La resaca del 25-M

Vamos ya camino de las dos semanas desde que se celebraran las elecciones europeas así que es un buen momento para hacer un análisis algo más sosegado sobre las mismas. Más pausado en cuanto a que tras el maremoto de los resultados algunos hechos van quedando visibles en la orilla, pero siguen llegando las olas consecuencia del temblor como la de la abdicación real. A falta de explicación oficial –la transparencia está brillando por su ausencia en el proceso y no se ha apuntado a ningún problema de salud añadido a los ya conocidos que expliquen tan abrupta decisión- el precipitado adelantamiento del ya previsto adiós del monarca solo se puede entender por la debilidad de los grandes partidos tras el 25-M ante inminentes retos de envergadura, como la consulta soberanista en Cataluña convocada para el 9 de noviembre por la Generalitat.

Más allá del varapalo a los dos partidos mayoritarios, PP y PSOE –que con 4 y 3,5 millones de votos respectivamente se dejan en conjunto nada menos que 5,1 millones de apoyos respecto a los resultados de 2009– y de posibles efectos colaterales y apresurados en Zarzuela, estos son otros puntos a destacar:

1) A pesar de todo, el PP sigue ganando. Es obvio pero ante cierta euforia conviene insistir en que aunque hayan perdido 2,5 millones de votos respecto a las europeas precedentes el PP vuelve a imponerse en España y sobre todo, la derecha también se impone en la Eurocámara. No hay ninguna perspectiva de cambio real en las políticas de Bruselas que, como la socialdemocracia, apostaron por los rescates financieros y los recortes. Tras la contrapartida de los duros ajustes –y los que se siguen exigiendo– el BCE seguirá marcando la pauta y todo se fía a la política monetaria como ha demostrado este jueves Mario Draghi bajando de nuevo los tipos de interés y propiciando medidas de estímulo financiero para ver si por fin los bancos se animan y se dedican a lo que deberían, es decir, prestar dinero además de recibirlo.

Pero a la hora de abordar su caída en el PP llama poderosamente la atención aquello de culpar a los estrategas de la comunicación, no a la obviedad de que las respuestas políticas a la crisis no han funcionado y el país tiene más paro, más precariedad y mucha más deuda que en 2011. Son maneras de verlo, pero realmente actuando como actúa cada apoyo del PP parece un gran éxito de marketing. Cada vez que se enfoca a Pedro Arriola y no al Gobierno el estratega ha cumplido bien su labor, hasta su defenestración sería un servicio al partido, un signo de cambio, el consejero apartado por no dejar hablar a Mariano. ¿Pero qué va a decir ese hombre, qué puede pronunciar mejor que el silencio, y todavía le afean a Arriola sus consejos sobre perfiles bajos y sus fabulaciones sobre tecnocracias grises? Antes de 2015 y si finalmente con la reforma fiscal se baja en algo los impuestos previamente subidos muchos de los que ahora critican al Gobierno jurarán y perjurarán que Rajoy ha vuelto a ser de ‘derechas’, como si el fracaso actual no fuera fruto de políticas conservadoras.

2) El PSOE reaccionó con rapidez a los malos resultados –2,6 millones menos de votos menos– con Alfredo Pérez Rubalcaba anunciando que dejaba la secretaría general del partido. La diferencia sobre derechos sociales ya no es suficiente para que los socialistas se perciban como alternativa al PP y sigue pendiente el debate sobre cómo en un mundo globalizado la socialdemocracia puede responder ante el poder económico que ha ayudado a alimentar pero no se ha atrevido a controlar. Los afiliados elegirán a su líder a través de delegados y éste será proclamado el 13 de julio pero el proceso se ha iniciado con mal pie: condicionar el congreso extraordinario del PSOE que debería ser de la regeneración a dejar bien atada la sucesión monárquica ha mandado un peligroso mensaje sobre sus prioridades y la disposición a dar pasos valientes. Puede ser en cualquier caso el partido clave que decante el fiel de la balanza en un Congreso polarizado entre el PP y el resto de fuerzas.

3) En Europa crece el miedo, es decir, la extrema derecha, sobre todo en esa suerte de frontera en la que se ha convertido Francia entre la Europa germánica y la denostada del Mediterráneo, aunque el auge del Frente Nacional en el país galo viene de largo. En España ha fracasado el experimento de Vox –al menos para Vidal-Quadras, porque para Rajoy ha sido un éxito total moderando automáticamente su imagen cuando en la legislatura han estado desatados-. En cualquier caso, la derecha ‘libertaria’ no ha dicho ni mucho menos su última palabra, buena parte del agit-prop de la derecha pasa por ellos.

En los países más golpeados por el ‘austericidio’ como España o Grecia lo que crece es la izquierda, ¿cómo no va a ser así? Una tasa de paro del 25% y la encuesta del CIS de mayo refleja que el 20% de los españoles encuestados declara no tener ningún tipo de ingresos y otro 30% que percibe menos de 900 euros al mes. Es decir, pobreza y precariedad aún trabajando: el 3,2% percibe menos de 300 euros al mes, el 13,3% entre 300 y 600 euros y el 13,5% entre 600 y 900 euros. Esa es la realidad para la mitad de los españoles, ¿qué miedo pueden sentir esas personas por muchos saltos a la valla que nos pongan un día sí y otro también?

4) La Izquierda Plural gana casi un millón de votos –hasta un total de 1,5- y continúa con el crecimiento que ya experimentara en las generales de 2011, pero buena parte del 15-M se ha ido a Podemos, que irrumpe con 1,2 millones de votos y se ha convertido en el fenómeno postelectoral porque las mejores expectativas apuntaban a dos escaños y han conseguido cinco.Ambas fuerzas están condenadas a entenderse y lo que antes de las elecciones parecía una excentricidad, un diálogo de tú a tú, ya no lo es tanto, aunque obviamente IU sigue contando con una organización consolidada. Cualquier cambio real pasa por el entendimiento de la izquierda. Hubiera bastado con menos pero los cinco escaños de Podemos han servido para alejar de un plumazo el principal riesgo de la formación, el unipersonalismo, y ha dado coherencia a la sobreexposición mediática de Pablo Iglesias: el objetivo era global y más amplio. Han reaccionado con rapidez y han diversificado inmediatamente sus portavoces, en parte porque hay muchos programas con tertulias políticas que ahora demandan Podemos pero solo hay un Iglesias. El principal éxito en cualquier caso es que enarbolan un discurso alejado de la resignación. De momento compatibilizan liderazgo fuerte y asamblearismo, todo un reto.

Los políticos que trabajan en la primera línea política, en los medios de comunicación, en la calle y en las redes sociales, como Gaspar Llamazares, Alberto Garzón y ahora Pablo Iglesias, están marcando un camino que seguirán otros. Puede que los partidos que controlan los resortes y los grandes medios no necesiten ni carisma para ganar, pero las ‘escuelas de tertualianos’ de PP y PSOE -que ya cuenta con algunos con mucha presencia como Antonio Miguel Carmona- van a echar humo en los próximos meses. ¿Cuántos votos cosecharían los tertulianos -por lo general periodistas- que en la actualidad dan la cara por el PP en esos debates?

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