Vaya, ahora resulta que España no es Grecia

Las madrastras que nos pusieron delante el espejo heleno ahora nos dicen que no vale porque no les gusta el reflejo que les devuelve, pero fueron ellos los que con plena consciencia eligieron en su día el modelo equivocado

Alzan el dedo al aire después de chuparlo y afinan el morro con gesto escrutador, para tras unos segundos de supuesto análisis concluir que España no es Grecia. Se trata de una ciencia inexacta que se ha extendido en los últimos días como la pólvora en la política nacional y que dio sus primeros pasos cuando Syriza se configuró en las encuestas como la primera opción electoral. Consumada la victoria de Tsipras ya hasta Rajoy vuelve al plasma pero esta vez en formato telediario para tranquilizar a los españoles y decir que no somos como los helenos, que aquí no ha habido rescate. Lástima que en Europa no piensen lo mismo sobre 41.000 millones.

España no es Grecia, nunca lo ha sido, a pesar de su alarmante similitud en las cifras de paro con las que lideran esa triste realidad dentro de la UE. Lo curioso es que los paralelismos los establecieron los mismos ‘científicos’ de las comparaciones odiosas que ahora quieren evitar el contagio de la respuesta del pueblo griego a las medidas de austeridad. En 2009, Occidente examinaba sus arterias financieras tras el colapso estadounidense, pero sale a la luz el falseamiento de las cuentas públicas de Grecia por parte del Gobierno conservador –ese con el que Aznar quería formar un eje junto a Berlusconi con el que plantar cara a Alemania, qué prepotencia y qué paradoja a la vista de cómo han dejado a sus pueblos de postrados ante Merkel-. Falseamiento de las cuentas que se produjo por cierto con la complicidad de la Goldman Sachs de Mario Draghi, el hoy aplaudido presidente del BCE por ser el único contrapeso real a la ortodoxia monetaria y el austericidio del Norte, lo que da una idea de hasta qué punto se han escorado a la derecha las políticas económicas de la UE.

Resulta que la deuda helena era impagable. A pesar del escaso peso del problema griego en el conjunto de la economía europea se desata una crisis de deuda en la Eurozona y las primas de riesgo de otros países como España se disparan con la complicidad de los paralelismos interesados que se hacen desde nuestro propio país. Aznar habla para los mercados internacionales alarmando con que España puede ser la próxima Grecia, Rajoy y Cospedal hacen lo propio para reclamar también el adelgazamiento del sector público y los recortes. Se pudo hablar de paralelismos con las crisis financieras de Irlanda o Islandia, que era el principal problema del país, pero se prefirió seguir ignorando el elefante del estallido de la burbuja inmobiliaria y el lastre que ello suponía en los balances bancarios. Ante las presiones europeas Zapatero subió a España en el carro de los países con problemas de deuda pública y en mayo de 2010 se inicia la senda de los recortes mientras se intenta arreglar por la puerta de atrás el crack de las cajas. Una cosa es ser prudente porque una crisis financiera se retroalimenta con la alarma y otra poner a Rato como hizo el PP en Madrid con el beneplácito del Banco de España al frente de Bankia para que tocara la campana y repetir en Bolsa el rescate que ya habían acometido a su pesar los preferentistas.

Una de las jugadas más lamentables por las que el PP quiso convertir España en Grecia fue cuando una vez tomado el poder denunciaron que se habían encontrado déficits ocultos y cuentas falseadas, tan arriesgado para la credibilidad del país como para ellos: las desviaciones de las cuentas venían esencialmente de las comunidades que ellos mismo gobernaban A pesar de los recortes la prima de riesgo sigue subiendo y en verano de 2012 se acepta lo inevitable: el rescate financiero. El Gobierno de Rajoy aprueba 35 medidas para reducir el gasto público en 65.000 millones de euros, entre las que se incluye la reducción de la prestación por desempleo, la subida del IVA al 21% o la supresión de la segunda paga extra a los funcionarios.

Los recortes de España no han llegado ni mucho menos al punto de Grecia, sobre todo en cuanto a los tijeretazos a los funcionarios, pero es que la situación no tenía nada que ver. Al menos en 2009, porque entonces la deuda pública española estaba en el 52% y ahora con las medidas contractivas ya está en el 98%. La alarma helena se desató en 2009 en el 113%, la diferencia es que ahora el BCE está actuando en los mercados de deuda. Quienes quieran profundizar en similitudes y diferencias que vean el excelente reportaje El Espejo Griego de La Sexta Columna. Las madrastras que nos pusieron delante el espejo heleno ahora nos dicen que no vale y pretenden cambiar el final del cuento porque no les gusta el reflejo que les devuelve, pero fueron ellos los que con plena consciencia eligieron en su día el modelo equivocado.

Publicado originalmente el 29/01/2015

 

Otro punto de vista sobre Podemos

Hasta para las formaciones amenazadas por los de Pablo Iglesias éstos suponen un aspecto positivo innegable: la fuerza transversal en torno al malestar de la crisis podía haber sido de signo muy diferente.

La irrupción de Podemos como nuevo actor ha cambiado sustancialmente la correlación de fuerzas del mapa político español, de momento sobre el papel ante la opinión pública y en breve de manera práctica con su entrada en el Parlamento y está por ver si en determinados Ayuntamientos. El recelo de formaciones que se dirigen a un mismo espectro de votantes y aspiran a ser referentes de transformación y justicia social en el país resulta lógica, así como el temor de esa derecha que se lo ha jugado todo al ‘no hay alternativa’ a hacer las cosas al dictado de la mal llamada tecnocracia y que no es otra cosa que ineficiente capitalismo de amiguetes.

Bien, hasta aquí lo conocido por todos, confrontación política sin más, como dijo Iñaki Gabilondo a Pablo Iglesias, “no esperarías llegar al poder con cítaras de acompañamiento”, hay muchos intereses en juego. La consolidación de la nueva plataforma resulta una gran noticia para miles de ciudadanos indignados y frustrados que no encontraban traducción política a sus inquietudes. Formaciones de izquierdas podrán sentir legítimamente que podrían haber canalizado esas ansias de cambio, pero es algo que interesa relativamente poco a la mayoría de la población, más votante que militante e indiferente a que alguien se quede sin su escaño. Ya nunca se sabrá y también se ha analizado la cuestión, lo que se ha ignorado más es que un discurso transversal y apelando al pueblo podía haber sido de un talante y orientación ideológica muy diferente.

En EEUU tras el estallido de la crisis financiera y después del rescate bancario que legó Bush I la extrema derecha ultracapitalista guardó un significativo silencio a pesar del anatema que debería haber supuesto para ellos la subvención pública de Wall Street. Sin embargo, cuando Obama decide que el dinero público no debía limitarse a salvar bancos, se pone en marcha un movimiento sufragado por magnates libertarios como los hermanos Koch conocido como el Tea Party. La plataforma entusiasmó a los medios que no dejaban de hablar de la “espontaneidad” de la plataforma y de su vigor popular, cuando como avisó Krugman era una indignación claramente inducida desde el poder. Una regeneración del Partido Republicano que permitía apelar a un tiempo a la política y a la antipolítica haciendo cero autocrítica sobre los errores del pasado. Frente al fracaso de la desregulación financiera clamaban por extender la mano para recoger el dinero del salvamento y por menos política y más manga ancha para el capital rescatado. Increíblemente consiguió calar, aunque lo hizo en gran medida por el despliegue mediático y porque contaron con mucho dinero que entre otras cosas se jugaba miles de millones de dólares con la reforma sanitaria. ‘Regenaración’ inocua y radicalidad frente a Obama, todo un chollo para la dirección republicana.

En España hubo un momento en el que el PP consiguió aunar un discurso político desde su dirección y otro apolítico y americanizado en el sentido libertario que abanderaban nombres como Aznar o Aguirre, ‘liberalotes’ de salón que le deben todo lo que son a su capacidad para parasitar el sector público. A tenor de determinados movimientos en el PP, estaba convencido y así lo expuse en el libro publicado en 2013 Disidentes 6.0 de que la derecha iba a apostar por el modelo bipolar de las presuntas almas conservadora y liberal como un elemento para tapar su propio fracaso económico. No ha sido así y movimientos como Vox han quedado en un petardo mojado, en parte porque las luchas intestinas en el PP por repartirse el pastel han hecho que ignoren que tuvieron en su día la fórmula de la Coca-Cola para vender al tiempo ‘orden’ y rebeldía inocua. Aznar y Aguirre están completamente quemados y en el PP no han hecho los deberes a tiempo, pero un líder ‘liberal’ aparecerá tarde o temprano para prometer desde la virginidad la bajada de impuestos y el capitalismo ‘auténtico’. Volveremos sobre ello otro día.

Algunos elementos del discurso de Podemos, como cargar contra el ‘establishment’, figuran en las soflamas teapartistas o de la extrema derecha de siempre, así como muchos de sus atractivos elementos de rebeldía frente al poder, elemento clave para el marketing actual. Muy bien, pues los de Iglesias se los han arrebatado a los movimientos que se estaban incubando en la derecha para abanderar la indignación popular. Si alguien cree que es imposible aunar poder y discurso antipolítico rebelde y descerebrado que repase los resultados de Esperanza Aguirre en la última década. ¿El discurso de Podemos apelando a la “centralidad del tablero” es transversal, ambiguo en muchos aspectos? Quizá no esté bien, pero toda esa izquierda comprometida que mira con temor a Podemos no puede ignorar un hecho: el malestar lo iba a abanderar alguien -el 15M no tuvo traducción política en las generales de 2011 a través de los partidos clásicos y de hecho el PP fue el partido que explotó con sus mensajes populistas la crisis-. Quien pensara que tras el colapso económico todo iba a seguir como si nada respecto a los partidos tradicionales es que ha estado viviendo en otro planeta.

Entonces, la pregunta ineludible para la izquierda es si está más cerca la defensa de lo público con Iglesias o con artefactos transversales pero de trasfondo claramente derechista y entregados a los poderes económicos por los que se pudiera haber apostado si el capital hubiera hecho algo más que salvar los muebles. En Grecia ha surgido Syriza pero también Amanecer Dorado. Claro que IU de donde proceden y hasta el PSOE puede entenderse con una formación asesorada por Juan Torres y Vicenç Navarro, que ocupan un espacio de socialdemocracia entre ambos partidos. Claro que Podemos tiene elementos de discurso antipolítico, entre otras cosas porque con la corrupción se lo han puesto muy fácil, pero la gran diferencia con placebos nocivos como el Tea Party es que no abogan por menos política sino por más.

Hasta aquí una lectura alternativa con un aspecto positivo ignorado por los competidores de Podemos, ahora sus escaños están amenazados pero podrían estarlo igual y por formaciones con las que no tendrían ningún punto en común. La mala noticia obviamente es la posibilidad de dispersión del voto de la izquierda que reste a unos y a otros, una alerta cada vez más creciente, aunque es lógico que la apuesta de Iglesias sea un órdago a por todo no es menos cierto que hasta ahora los esfuerzos de convergencia han venido desde IU y hasta el PSOE de Pedro Sánchez se dice más próximo a Podemos que al PP pero temen su “prepotencia”. Los ciudadanos también quieren ver capacidad de pacto y diálogo y todavía no han demostrado nada en ese sentido, meter a todos en el mismo saco de “la casta” podría hacer incomprensible para sus votantes que luego quiten el estigma a alguna de las fuerzas señaladas para gobernar o para apoyarlas en la ardua tarea de intentar recuperar este país cada vez más endeudado y más desestructurado socialmente.

Es tiempo de confrontación electoral, pero ya situados en el mapa, Podemos tiene margen para ir introduciendo matices en su discurso. Alberto Garzón ha hecho guiños públicos que no han sido correspondidos. En cuanto al PSOE, tender puentes en materia económica sería seguramente contraproducente y más cuando se niegan a abordar cuestiones claves como la reestructuración de la deuda. Pero por ejemplo en la famosa entrevista en el 24 horas de TVE Pablo Iglesias respondió a los ataques con la cantinela de ETA hablando de la “política antiterrorista” de PSOE y PP, como si fueran lo mismo. Y luego se ha quejado del acoso que sufre su formación. Ignorar el desgaste que sufrieron Zapatero y Rubalcaba con la política antiterrorista en el Congreso tanto en los medios de la órbita del PP como en la calle ni es justo ni genera confianza. Si se insiste en el discurso del daltonismo quedará raro reconocer colores de repente si el vuelco electoral no es el que algunos esperan.

Publicado originalmente en El Plural el 18/12/2014